1 jun 2009

El problema más grave no es la delincuencia

Margarito Escudero Luis
La delincuencia no es el problema más grave que aqueja a nuestro país; es sólo un mal que fue creciendo mientras se agudizaban otros problemas.

La delincuencia y la corrupción son males que aquejan a todas las sociedades del mundo, a pesar de que en muchas de ellas, otros problemas han sido atacados con eficacia y en gran medida resueltos.

Uno de los más graves problemas que aqueja a nuestro México, es la pobreza extrema, sin lugar a dudas es un mal que acarrea otros.

La desesperación de no contar con los recursos mínimos para poder subsistir dignamente, lleva a las personas a realizar actividades que los colocan al margen de la Ley.

La delincuencia crece así. Cualquier actividad que garantice un ingreso, que resuelva el problema de la alimentación es válida para aquellos a quienes les ha tocado sufrir el hambre y la miseria.
Los grandes delincuentes se aprovechan de esa situación. Se sabe que policías controlan a los ladrones de poca monta. Los explotan a cambio de meterlos en la cárcel.

La pobreza extrema en un enorme problema mexicano que no ha querido ser resuelto, es la carne de cañón de cada proceso electoral. Todos los candidatos de todos los partidos ofrecen ayuda para “los que menos tienen”. Y una vez encumbrados, nada resuelven, todo sigue igual, aplicando programas que sólo funcionan como paliativos para unos cuantos, que además, se transforman en una mafia que acaparan los recursos destinados a llevar un poco de ayuda a los pobres.

Otros de los males que padece México es el de la educación.

No hay una educación efectiva para todos los mexicanos, no hay salidas para el hueco de la pobreza sin educación.

A pesar del gran sindicato de profesores, poderoso por el número de afiliados, los programas educativos de este país son todo un fracaso, pues puede verse como no alcanzamos niveles de desarrollo por nuestros propios esfuerzos. No se fomenta un pensamiento acorde con los tiempos modernos, no se promueve el avance científico y menos una visión futurista en una nación donde se pretende que vivamos de las glorias del pasado.

El gobierno no ha decido continuar con uno de los propósitos de la Revolución Mexicana, la educación.

No se puede negar que hubo un gran avance y este se dio en los tiempos del priato (en sus tiempos de gloria, el pasado), ese gran avance permitió consolidar a un sindicato que ahora es el más poderoso del país y que, en esa magnitud, ha descuidado el deber de cada profesor, lo que antes se le llamaba de manera muy cursi, “el apostolado” del maestro y se nos platicaban de las actividades casi heroicas de los maestros rurales. Todo eso ya está en el pasado.

Nuestra falta de visión futurista, como nación, nos ha acomodado en el lugar que tenemos, con políticos que están más al servicio de los interés extranjeros, preocupados por que el dinero de los consorcios trasnacionales se incremente a costa de los miserables salarios que se pagan.
El descuido que como mexicanos hemos tenido al área educativa se está pagando a precio muy caro, mientras los maestros llenos de soberbia por su poder, se niegan a estar en las aulas y aprovechan cualquier pretexto para tomarse el día libre, hará que las generaciones futuras tengan incierto su destino, en un mundo donde la tecnología llama a aprender cada día más.

Sin embargo, el gobierno de Felipe Calderón y su mediática campaña electoral quieren hacernos creer que el combate a la delincuencia es lo mejor que el gobierno puede hacer para quedar bien con los mexicanos. Y más aún, exige que los mexicanos reconozcamos esa labor, como si fuera una gran hazaña cumplir con uno de los deberes que la Patria exige. Una bandera electoral, en la que el partido del presidente viola la Ley al tomar al mismo presidente como el héroe que debemos ayudar para acabar con los delincuentes; ¿y luego qué?

¿Emprenderá el presidente la lucha frontal y decidida, sin escatimar uno sólo de los esfuerzos, para acabar con la pobreza que aqueja a millones de mexicanos?, ¿Obligará Felipe Calderón a los patrones enriquecidos a pagar salarios justos y dignos?, ¿Se terminará esa humillante dádiva llamada “salario mínimo”?. Y más todavía: ¿se perseguirán a todos los función arios que se enriquecieron a costillas del erario?, ¿los que abusaron de su posición en el gobierno para ayudar a enriquecerse a familiares y amigos, serán castigados?

Incluya usted la duda de su preferencia. Nosotros solamente afirmamos que la delincuencia no es el problema más grave que aqueja a la nación, y que esta delincuencia, es producto del descuido histórico de los gobiernos que no supieron o no quisieron cumplir con los mandatos emanados de la Revolución Mexicana, por lo menos desde que los tecnócratas de la derecha se adueñaron del país, encabezados por Carlos Salinas de Gortari.

Comentarios: melmex@coatzadiario.com

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