24 nov 2009

Al límite el hartazgo social

Margarito Escudero Luis
Pareciera que el golpe dado a la ciudadanía el pasado sábado 21 de noviembre fue algo así como para medirle el agua a los camotes, pues la reacción de la gente del pueblo no fue de rechazo hacía las acciones emprendidas por los estudiantes.

Nos da la impresión de que a los orquestadores del “sabadazo” les falló el cálculo y se apresuraron a corregir el asunto.

Y miren por qué decimos esto. El aumento al pasaje ya se había anunciado desde hace casi un mes, incluso en la región de Boca del Río y Veracruz puerto estuvo cobrándose un día con el aumento.

En ese tiempo, se dijo que se aplazó la aplicación del incremento a la tarifa porque no se quería entorpecer el informe del gobernador, a sabiendas de la reacción que tendrían los estudiantes.
Un mes después pareciera que los transportistas se le salieron del huacal a Fidel Herrera y supuestamente, “por sus pistolas” aplicaron el aumento.

“Nomás mis chicharrones truenan”
Algo no encaja en la historia. Pues es sabido del férreo control que Fidel Herrera ejerce en el estado, de hecho, la aprobación de la Ley anti aborto provocó una reacción similar, destacándose el hecho de que fue directamente el mandatario quien dio la orden para esa aprobación.

De esa pifia legislativa, algunos comentaristas dijeron que en Veracruz no se mueve una hoja si no lo autoriza Fidel Herrera.

Ese control que Fidel aplicó desde el inicio de su gestión y que nada ni nadie lo puede disimular, es lo que hace sospechosos los movimientos recientemente realizados.

El mismo lunes, ya se sospechaba que se permitió el aumento calculando la reacción estudiantil, para luego “desactivar” el “problema”, quedando como héroe el mismo gobernador, como aquel que todo lo puede.

Golpear a los protegidos
Pero las cosas no salieron como lo marcaba el script. En efecto, los estudiantes reaccionaron ante el brutal incremento a la tarifa especial para ellos, pues el precio general aumentó de seis a siete pesos, un pesito la diferencia; mientras que el mal llamado “medio pasaje”, subió de cuatro a seis pesos, dos de diferencia, el doble del aumento general.

Este aumento también aplica para personas de la Tercera Edad y discapacitados.
Cualquier persona puede ver que los más afectados serían aquellos a quienes se trata de proteger y, es ridículo suponer que funcionaría el voraz incremento.

Resulta estúpido pensar que los permisionarios y los funcionarios que tienen que ver con la planeación de estos aumentos, no se hubieran dado cuenta que el aumento perjudicaba de manera brutal a los que debieran ser favorecidos, que las tarifas no se incrementaron al parejo, de manera proporcional, sino que se avorazaron en la parte donde no se debía hacer, donde los afectados iban a brincar de inmediato, aunque lo hubieran hecho en un sábado, cuando baja el ritmo escolar y con el domingo en medio.

Por otro lado, la falta de un aviso oficial, hecho con tiempo suficiente para que toda la población se enterara, provocó la ira de los usuarios del transporte urbano.

Se une la ciudadanía
Esta vez, el movimiento estudiantil contaba con la simpatía de un numeroso sector de la ciudadanía, sobre todo de quienes usan el autobús para moverse en la ciudad.

Los villanos de la historia fueron los choferes, los cobradores y los permisionarios, quienes adoptaron una actitud violenta con sus usuarios. Siempre han sido así, no respetan a quienes les dan de comer, son groseros, prepotentes y altaneros. Por eso, la ciudadanía no hace empatía con ellos y no tendrán el respaldo popular en ninguna acción que emprendan.

Grupos de padres de familia y trabajadores estaban dispuestos a integrarse con los estudiantes, se hablaba de ir a ponchar llantas de autobuses, de secuestrar unidades, incluso de quemar camiones.

El hartazgo de la sociedad más lastimada se hace presente, se siente que esta gente sólo espera la chispa que provoque el incendio y eso, estuvo a punto de ocurrir el lunes.

Por eso, en menos de dos horas el gobernador decidió terminar con la farsa.

El ejemplo cunde
Ahora, el tema de rigor entre la gente común es hablar de que el dichoso aumento al transporte urbano se va a dar en algún momento, que se hizo evidente que el gobernador y sus funcionarios ya estudiaron el caso y que si se ha aplazado, es porque hay más intereses políticos que deseos de proteger a la población, que el gobierno en general sólo está buscando la forma de exprimir al pueblo y que los comerciantes, como lo son los permisionarios, no tienen ningún escrúpulo para hincarle el diente a sus cautivos clientes.

El gusanito de la rebeldía se ha sembrado ya en las mentes de las personas que atestiguaron la sacudida entre estudiantes y camioneros, la idea de no dejarse más ya está circulando entre trabajadores, amas de casa, estudiantes y todos aquellos que no tienen una “palanca” con algún político; entonces tendremos que esperar más acciones realmente populares, lejos de la mano pseudo mesiánica del gobernador y de cualquier instancia gubernamental.

El hartazgo al límite, a punto de que el pueblo ahogado en deudas, hambre, presiones, malos servidores, pésimos servicios, mentiras oficiales, voraces comerciantes e ignorancia, está a punto de reventar.

El pueblo trabajador, falto de una buena calidad de vida no tarda en gritar ¡Ya basta!

Comentarios: mexmel@gmail.com

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