11 ene 2010

La cultura de la pobreza

Margarito Escudero Luis


En su reciente mensaje de año nuevo, el presidente Felipe Calderón anunció que continuará en la lucha contra la pobreza creando más hospitales entre otras cosas.

Y eso está bien, un hospital nunca sobra, un médico nunca está demás y cualquier acción hecha en serio y con responsabilidad, tendiente a llevar beneficios a los mexicanos, es digno de aplaudirse.

Luego, en otra aparición pública, el presidente Calderón se lamentó porque la construcción de más hospitales no representa noticia para los medios de comunicación.

Desafortunadamente, en este país no sólo viven más de 20 millones de compatriotas en la pobreza extrema, sino que también conviven entre nosotros, otro buen número de mexicanos que considera que ser pobre es como pertenecer a otra especie, ven a las personas que no tienen la oportunidad de comprar sus cosas en los grandes almacenes como menos y discriminan sin pensar siquiera que estas personas tienen la desgracia de ser víctimas de un sistema que los ha marginado.

A pesar de los hospitales construidos, éstos son tripulados por personal que no debería estar ahí, como en el caso de la clínica de Pajapan, donde los médicos y enfermeras se niegan a recibir a pacientes que llegan con ropas muy gastadas y descalzas.

Deberían recordar que no están trabajando para una clínica privada, hecha para gente adinerada, sino que, precisamente esa clínica de Pajapan está hecha para paliar un poco las necesidades de salud de las personas que no tienen derecho a ser vistas como gente.

La pobreza de la mente

La otra batalla que se debe librar para abatir la pobreza en México, es la pobreza mental y la cultura de la pobreza. Eso está en el cerebro de la mayoría de las personas, como en el caso de los médicos de la clínica de Pajapan, que creen que los pobres ahí deben estar por siempre.

Esa idea también la tienen las personas que están en condiciones de pobreza, esta no sólo es por la falta de recursos para acceder a bienes y servicios básicos para vivir y desarrollarse en la sociedad moderna.

Es un círculo vicioso donde ellos sienten que el gobierno está obligado a darles de todo y el gobierno hace como que les da.

El haber permitido que crecieran los cinturones de miseria en las ciudades es parte de esa llamada cultura de la pobreza, asociándola a la delincuencia.

Ejército de votos

De estos cinturones de miseria, nacen también las mafias de vendedores ambulantes y fabricantes de artículos piratas.

De ahí mismo han salido las invasiones de calles y aceras, así como arriates y plazas públicas, haciendo que esas personas, luego de un tiempo en ese ejercicio, se sientan con derechos sobre los espacios que son de todos.

Y los argumentos para justificar su presencia en las calles y demás son que no hay empleo, que son pobres y que la necesidad los orilla.

Y puede que los argumentos tengan justificación, pero se trata de algo que ha venido creciendo desde hace muchos años, décadas de permitir el crecimiento de una fuerza que siempre es aprovechada para fines políticos, una fuerza electorera que dejó muy buenos dividendos al PRI, luego al PRD que es hasta ahora, el heredero de esta técnica politiquera.

Seguimos sin aprender

Luego de muchos años, este mercado informal se ha convertido en un estorbo y ya no saben qué hacer para eliminarlo. Los intentos de modernidad no llegan hasta ese sector de la sociedad, pues están insertos en la cultura de la pobreza, es su negocio que seguramente deja dividendos que nada tiene que ver con la miseria extrema.

Tenemos aquí un problema de educación, cultural. Es como si fuera una tradición, somos un país de tianguis, la pobreza está en nuestra mente y saldrá de ahí cuando aceptemos que así es y comprendamos que tenemos que hacer nuestro trabajo con otras condiciones de calidad, pero como somos pobres, no tendremos los recursos para lograrlo. ¿Ven?

Así que no se trata de construir solamente hospitales y escuelas, sino de saber que quienes utilizarán esos servicios son tan mexicanos como quienes trabajarán ahí

Y que debemos dejar que nuestras ciudades se vean limpias y bonitas como se presumen otras grandes ciudades del mundo que nos sorprenden porque los pobres no venden chucherías en las calles de manera desorganizada y empoderada.

Mucha culpa han tenido las autoridades al permitir el crecimiento de esos santuarios de la pobreza mexicana.

La educación es la base del progreso de los pueblos, el conocimiento ha llevado a los hombres ha hacer grandes a sus pueblos.

La ignorancia sume a las personas en el atraso y el acaparamiento frena el desarrollo de las personas y la sociedad.

Comentarios: mexmel@gmail.com

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