Margarito Escudero Luis
La gente anda loca, luego de las elecciones, perdedores y
ganadores tienen su propia expectativa. Primero, los simpatizantes de los
candidatos triunfadores echan las campanas al vuelo, son actitudes de gusto y
de creer que “ahora sí” cambiará el rumbo del municipio del que se trate.
Por otra parte los simpatizantes de los perdedores esperan
que fracase el adversario, pronostican que serán iguales o peores del munícipe
en turno.
Ambos ignoran todos los elementos que intervienen y evitan
puntualizar las dificultades que tendrá un nuevo cabildo que viene de derrotar
a quienes se encontraban empoderados.
El caso es que, para los candidatos panistas-perredistas que
lograron el triunfo, serán quienes menos problemas enfrenten, ya que estarán
acordes con el gobierno estatal que, por lo menos de nombre, son de la misma
filiación. Pero sin duda, tendrán que enfrentar al gobierno Federal que todavía
es priista.
Ahora baste recordar la terrible guerra sucia desatada desde
todos los puntos del poder en contra del partido de Andrés Manuel López
Obrador, así que es fácil imaginar lo que sucederá con los municipios que serán
gobernados por Morena.
Con un gobierno Federal priista, uno estatal
panista-perredista y un Congreso local sumiso al gobernador panista-perredista,
pues los proyectos morenistas se verán, en el mejor de los casos, muy lentos.
Es decir, para los detractores que esperan verlos fracasar,
tendrán mucha tela de donde cortar y sus argumentos a priori adquirirán valor:
“Ya ven, se los dije, es peor que los otros”.
Y los simpatizantes volverán a sentirse decepcionados al ver
que el candidato que apoyaron no ha podido hacer lo que prometió en campaña y
lo tacharán de más de lo mismo.
Por eso es importante conocer cómo funciona el entramado del
poder, no sólo con ganar las elecciones ya se tiene resuelto el problema y,
aunque el voto ciudadano es una gran herramienta, lo cierto es que no es la
definitiva.
Se requiere de la participación real y efectiva de cada
ciudadano para lograr un cambio en la forma de gobernar, no sólo criticando o
señalando los errores, sino proponiendo, haciendo valer su voz. Eso ayudaría
mucho a que lo políticos modificaran sus actitudes y dejaran de lado su
apariencia de perdona vidas.
Pero eso aún está lejos de suceder. El hartazgo llegó, pero
sin la preparación necesaria; es decir, la manipulación que el sistema ha
ejercido durante décadas sobre la mayoría de la población, sigue funcionando,
mantiene adormecida a la gente, inmóvil y sometida por la televisión.
Pero tienen el derecho de exigir, para eso votaron y su
forma de defender su voto es reclamando cuando el elegido no entrega los
resultados que el individuo espera de manera personal.
Cuando la ciudadanía acepte que no basta con tener un
alcalde de su lado, sino que requiere la mayoría en todos los congresos y un
presidente y un gobernador de su misma filiación política, será entonces,
cuando comience a ver el cambio verdadero.
Claro que eso también lo deben tomar en cuenta los
dirigentes del partido de que se trate, actuar de acuerdo a esa lógica y no
provocar desunión y enojos entre los ciudadanos debido a imposiciones de
candidatos o selección de personas que no tienen arraigo entre los votantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario