Margarito Escudero Luis
La corrupción nos ha invadido tanto que ahora ya no hay
forma de esconderla. A los políticos ya no les quedó más remedio que aceptar
que la sociedad, en especial el sector político, está tan invadido que hasta
legislan para combatirla.
El caso es que los diputados del Congreso Veracruzano
aprobaron el jueves pasado la creación del Sistema Anticorrupción y la Fiscalía
Anticorrupción, con autonomía propia, con la idea de que no dependa de ningún
otro funcionario de mayor nivel y más lagartón.
Esa es una medida para combatir oficialmente la corrupción
que, desde el punto de vista de Enrique Peña Nieto, que cobra como presidente
de los mexicanos, es parte de la cultura mexicana y que, a manera de cotorreo
se parodiara el eslogan de campaña de José López Portillo como “la corrupción
somos todos”.
Pero… ¿Acaso no se trata de un asunto de honradez?, un tema
de ética o moral que se aprende desde el hogar, que ha sido uno de los
principios que desde pequeños nos hacen saber, a veces con amenazas como “¡te
irás al infierno si robas!”
Valores que se decían eran la base de la familia y de la
sociedad, hoy casi desaparecidas del comportamiento, por lo menos de los
mexicanos, porque se han visto casos de corrupción hasta en las iglesias de
todo tipo y en los personajes más persignados que conozcamos y que siempre
“ponen su vida en manos de Dios”.
El gobernador del Estado, Miguel Ángel Yunes Linares envió
al Congreso del Estado la iniciativa, ante la necesidad “de legislar localmente
sobre la implementación del sistema estatal de combate a la corrupción, como
resultado de su inclusión en la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, mediante un decreto por el que se reformaron, adicionaron y
derogaron diversas disposiciones en materia de combate a la corrupción a la
misma”.
¡Pa’ su mecha! Hasta dónde nos ha alcanzado la corrupción que se
tiene que modificar la Constitución para obligar a los funcionarios públicos a
ser honrados.
Lo ¿Cómico? ¿Increíble? ¿Cínico? del tema es que lo mande el
gobernador Yunes Linares, cuando está señalado y denunciado ante las
autoridades por enriquecimiento ilícito y por otros delitos cometidos al amparo
de su actividad como funcionario público.
En la Cámara de Diputados de Veracruz, también hay legisladores señalados,
denunciados por actos de corrupción y despachan tranquilamente desde su curul,
como son los casos de Sergio Rodríguez del PRD, Vicente Benítez de Nueva
Alianza; y el mismo presidente de la Junta de Coordinación Política, Sergio
Hernández del PAN, señalado directamente por la diputada Cinthya Lobato,
integrante de su misma bancada.
Dicen que la ley no es retroactiva. O sea que ya la libraron.
Quien sea el Fiscal Anticorrupción, tendrá mucha chamba; aunque se ha buscado
que ese Fiscal no le deba el cargo a nadie, que sea independiente.
Claro que de ahí se puede partir para obligar a la honradez al
resto de los ciudadanos que, en su inmensa apatía, han permitido el brutal enriquecimiento
de unos cuantos y el brutal empobrecimiento de otros muchos.
LEYES BURLADAS
Las leyes en este país se volvieron objeto de burla, cuando
deberían ser observadas por todos los ciudadanos y las autoridades deberían de
encargarse de hacerlas valer.
Pero nuestras leyes se laxaron por la voluntad del
funcionario que debería ser el principal encargado de su observancia y se convirtieron
en un jugoso negocio.
Y, si las leyes pueden violarse de esa manera tan descarada,
pues con mayor razón los reglamentos y las simples normas de conductas
sociales, desde una fila en algún centro comercial, pasando por las
infracciones de tránsito.
HONRADEZ OLVIDADA
Así que de pronto, todo aquello que nos enseñaron de niños,
como valores y principios de le daban solidez a la familia y a la sociedad, se
perdieron en el mundo de la corrupción, cuando los encargados de darles valor,
prefirieron el camino fácil.
Hoy, ese olvido voluntario nos está costando la Patria
misma, cando quien debería ser el primer impulsor de la honradez como contrario
a la corrupción, asegura que ser corrupto es parte del folclor nacional incluso
según Peña, hasta puede ser sinónimo de ser culto.
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