Margarito Escudero Luis
La acción del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, al
dejar sin policía y ningún tipo de seguridad al municipio de Minatitlán, es
criminal.
Yunes Linares, como todos los veracruzanos conocemos las
condiciones de inseguridad que privan en todo el territorio jarocho, y la
intención es de amedrentar a la población minatitleca, sembrar (más aún) el
terror, crear la sensación de que están indefensos, inermes y que en cualquier
momento pueden ser atacados por la temible delincuencia organizada y no
organizada.
¿Qué tan visceral es la decisión del gobernador? ¿Qué tan
calculada es?
Lo que el mandatario no tomó en cuenta es que, con todo y
policías, Fuerza Civil, Marina, Ejército y demás cuerpos enviados dizque para
reforzar la seguridad en el municipio, no han servido para un carajo y los
delincuentes (organizados y no organizados), hacen lo que se les pega la gana
en las narices de los temibles cuerpos policíacos.
El odio de Yunes Linares hacia todo lo que huela a López
Obrador ya rebasó los límites de lo institucional y lo ha llevado a cometer un
crimen que, como todos los que cometen los políticos en este país, tiene visos
de quedar impune.
Yunes dio un cheque en blanco a la delincuencia (organizada
y no) para que actúen impunemente en Minatitlán, municipio donde la población
ya mostró su hartazgo y decidió dar oportunidad a otras siglas partidistas,
quienes ofrecieron actuar con transparencia y honestidad y al parecer, eso no
pueden permitirlo quienes hoy gobiernan.
Por eso desde el primer día del gobierno morenista de
Minatitlán, quienes apoyan la política criminal de Yunes, se han encargado de
obstaculizar la labor del alcalde.
Sea una decisión tomada con el hígado, o sea premeditada
para sembrar el terror en Minatitlán, es un crimen.