Margarito Escudero Luis
Nuevamente las expectativas del pueblo mexicano están
puestas en un proceso electoral amenazado con la sombra del fraude, pero con un
empuje popular a gran escala que la misma gente está confiando en superar las
intenciones de alterar los resultados.
México está a punto de dar una lección al resto de
Latinoamérica, demostrando que se puede cambiar de régimen y de gobierno por la
vía pacífica, obstaculizando a quienes hoy se ostentan en el poder no puedan
mover sus piezas para impedir que ese cambio ocurra.
Está claro que la cúpula del poder está en un proceso de
descomposición, que la cohesión que habían demostrado, se desmorona y cada
quien comienza a jalar por su lado, pero nadie hacia el lado correcto.
La oligarquía es real, existe y el ejemplo más claro queda
demostrado con la actitud que asume Diego Fernández de Ceballos al referirse a
los ciudadanos pobres, al candidato que se opone a que continúe en el poder.
Esas actitudes son las mismas en todos los integrantes de
esa clase privilegiada, que han mantenido sus privilegios gracias al
empobrecimiento de la mayoría, a las limitaciones que imponen para el
desarrollo de la sociedad.
Mantuvieron esa posición durante décadas mediante el engaño,
el despojo y la represión. Hoy que ese escenario se les cae, entonces comienzan
a pelear entre ellos, descuidando su objetivo principal que era conservar el
poder.
Al fragmentarse la oligarquía, las posibilidades de que la
voluntad popular se cumpla, aumentan significativamente.
El fenómeno social masivo que vivimos los mexicanos en este proceso es inédito, nunca antes hubo un acuerdo gigantesco que permitiera revertir las intenciones de los empoderados que utilizaban el marketing y la publicidad para mantener en el engaño a los ciudadanos.
Nada les funcionó, a pesar de los millones de pesos
invertidos en sus operaciones. Finalmente recurren a las amenazas, a las
intenciones de pactos de última hora, pero el tiempo se les acaba.
Y el pueblo ha sabido usar la suspicacia, ya nada les creen
y mantienen la postura de defender al candidato puntero a ultranza, aunque se
les acuse de “chairos”, “peje zombis”, “pejebots” o cualquier otro adjetivo
descalificativo.
Nadie le rinde pleitesía al puntero, simplemente es el instrumento
para derrumbar a la oligarquía que ha saqueado y entregado al país a los
intereses extranjeros.
Sin embargo, aún falta por ver cuáles armas utilizarán ahora
para no perder la elección, porque es claro que no se dejarán vencer tan
fácilmente. Si antes usaron hasta la violencia para arrebatar triunfos, pues no
está lejos de que recurran a la provocación para violentar el proceso
electoral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario