27 ago 2018

La guerra del agua en el sur



Margarito Escudero Luis
Coatzacoalcos, Veracruz, llamada en algún momento La Ciudad de las Grandes Avenidas, Ciudad para vivir siempre, La Capital del Sur, Antiguo Puerto México, Puerto Niguas, tuvo un gran empuje durante el llamado “boom” petrolero.
Hoy esta ciudad padece entre otros muchos problemas, el desabasto de agua potable.
Triste situación que viven los Coatzacoalquenses, pues ya es casi tradición que, por varios motivos se queden sin el vital líquido.
La ciudad está situada en la isla Mariana, un enorme arenero rodeado por los ríos Coatzacoalcos y Calzadas y frente al Golfo de México y, a pesar de estar rodeada de agua, no la tienen sus habitantes en las tuberías.
Cuando Juan Hillman Jiménez fue presidente municipal, con el argumento de la salinidad de las aguas cercanas, se proyectó llevar el líquido desde la Sierra de Soteapan, específicamente del municipio de Tatahuicapan de Juárez, a través de la construcción de una presa, a la que le llaman Yuribia, que captara líquido del río Huazuntlán y aprovechar el declive natural para que  bajara por gravedad hasta los tanques de almacenamiento del puerto.
El mismo Hillman Jiménez declararía que el proyecto tendría una vida de 20 años y, de esa manera se solucionó el abasto de agua para la ciudad y otros municipios vecinos, como Minatitlán.
Pero, la deforestación criminal en la sierra de Soteapan provocó un problema a la presa Yuribia, sin árboles, el viento y la lluvia erosionan el terreno, arrastrando lodo, piedras y basura que va a parar al vaso de la presa.
20 años después, tal como lo vaticinara Juan Hillman Jiménez, se acabó la tranquilidad de los habitantes del puerto, justo cuando llegó a la presidencia municipal el hijo de aquel Juan, Iván Hillman Chapoy.
En ese tiempo, “alguien” hizo ver a los habitantes de Tatahuicapan que podían sacarle jugo a la presa, que el agua les pertenecía y que debían cobrar a Coatzacoalcos por consumir “su” líquido.
Así, Hillman Chapoy  enfrentó el primer cierre de las válvulas de la presa Yuribia, dejando sin agua a las ciudades que de ahí se abastecen.
Pero la misma ciudadanía se encargó de echarlos a perder convirtiéndolos en basureros y drenajes a cielo abierto. Mucha caca ciudadana fue a parar a esos arroyos.
De ahí en adelante, las crisis de agua se hicieron recurrentes. La gente se peleaba por una cubeta de agua y las autoridades no han logrado una solución definitiva, ni se ve intención de resolverlo.
Así que cuando no llueve, la presa disminuye su capacidad y falta el agua en los hogares de Coatzacoalcos y Minatitlán; cuando llueve mucho, en abundancia, la deforestación provoca que se azolve el vaso de la presa y, por turbiedad cierran las válvulas y no hay agua en los hogares de Coatzacoalcos y Minatitlán. Luego, cuando los líderes de Tatahuicapan quieren dinero, cierran las válvulas de la presa y falta el agua en los hogares de Coatzacoalcos y Minatitlán. ¡Uf!
CONTAMINACIÓN
Porque, si bien Juan Hillman Jiménez argumentó que la salinidad del agua que rodea a Coatzacoalcos hacía incosteable su potabilización, lo cierto es que la contaminación por la industria y la negligencia de autoridades y ciudadanos, ha provocado que poco a poco nos quedemos sin agua potable.
En Minatitlán, Ignacio Hernández Berrueco fue presidente municipal durante los trienios de 1988 a 1991 y de 1995 a 1997. En uno de esos periodos se autorizó una criminal acción: colocar el basurero municipal sobre un cuerpo de agua, sobre el pantano ubicado en un predio conocido como Las Matas, provocando un ecocidio de colosal magnitud y contaminando el agua que pudiera solucionar el conflicto.
Ahora, casi terminando la segunda década del siglo XXI, nos extrañamos que aparezcan en las playas de Coatzacoalcos y en las riberas de los ríos cadáveres de tortugas y peces y nos preguntamos ¿Qué estará pasando?
Pues ese enorme basurero de Las Matas ha contaminado al filtro de agua más importante de la zona.
Del pantano donde se encuentra el basurero, parten varios escurrimientos que atraviesan la ciudad de Minatitlán, arroyos que en otros tiempos eran cristalinos, útiles para consumo humano.
Pero la misma ciudadanía se encargó de echarlos a perder convirtiéndolos en basureros y drenajes a cielo abierto. Mucha caca ciudadana fue a parar a esos arroyos.
Luego se le debió sumar la enorme cantidad de lixiviados producidos en el basurero de Las Matas. Así, poco a poco fuimos matando nuestro abastecimiento del vital líquido.
Aún más, el pantano mencionado también tiene escurrimientos al río Calzadas, el último vestigio de agua limpia, donde el manatí, especie en peligro de extinción, encontró un lugar donde vivir.
De todo esto que hoy les cuento, podemos deducir varias cosas: que las autoridades no saben cómo resolver el problema, o no quieren resolverlo, o no están en esos cargos expertos en el tema. Que la ciudadanía es completamente ajena a su propio problema, inconsciente de sus necesidades y confiada en una autoridad que no le responde.
El agua es vital para la vida en todo el planeta; ojo, Coatzacoalcos y Minatitlán están en este planeta y no hay para donde correr cuando no haya agua que sirva para consumo humano.
ebuscador@gmail.com     

No hay comentarios:

Publicar un comentario