Cuando Flavino Ríos Alvarado logró cumplir su sueño de ser
gobernador de Veracruz, jamás pudo ocupar la oficina de mandatario, pues las
huestes del entonces gobernador electo le armaron un “pancho” y se apoderaron del
palacio de gobierno.
Así, el tramo final de la administración anterior fue un
caos, pues Ríos Alvarado, en lugar de hacer un legítimo reclamo al respecto, se
limitó a decir, con el cinismo que caracteriza a los de su clase que “se puede
gobernar desde el teléfono celular”.
Luego fue víctima del encono del nuevo gobernador, pisó la
cárcel y, de no ser por algunas obvias negociaciones, Ríos Alvarado aún estaría
encerrado.
El sueño dorado de Miguel Ángel Yunes Linares, era ser gobernador
de Veracruz, aunque ya estuvo muy cerca de serlo cuando fue secretario de
gobierno en el chirinato.
Tan cercano que ha estado al poder, Yunes Linares debe saber
que en política, el que la hace la paga, tarde o temprano llega el desquite y
el tiempo de pagar.
Y lo anterior viene al caso ahora que vemos como se deshace
la entidad veracruzana en manos de la violencia, dígase lo que se diga, la
percepción ciudadana es que nuestro estado está sumido en la ingobernabilidad,
que el mandatario se ha dedicado más a la grilla, a la confrontación con
diferentes personas y que más le interesa sacar su proyecto de heredar el gobierno
a su hijo, que en afrontar su deber de gobernar y administrar el Estado.
Es decir que, a pesar de que Yunes Linares pudo entrar al
despacho del gobernador, no le han dejado en paz al Estado, por todos lados le
saltan focos de violencia, sangre por doquier, muertos, balazos a plena luz del
día, sin que la gente vea una estrategia fuerte para combatir ese crimen que
mantiene a los veracruzanos con el Jesús en la boca.
Además debe enfrentar reclamos ciudadanos constantes y ha
preferido usar la fuerza bruta para reprimir cualquier intento de protesta,
tanto que sus policías han disparado contra la población que sale a exigir que
se les preste atención.
Entonces, se afianza la idea entre la población de que al
gobernador no le interesa la gente, que la policía sólo se atreve a disparar
contra personas indefensas, pero no es capaz de enfrentar a los malandros que andan
matando gente por toda la entidad.
LLEGA DUARTE
Por otro lado, la actitud del ex gobernador Javier Duarte
durante su proceso de extradición de Guatemala, prende los focos rojos, pues al
gordito se le vio muy seguro de llegar a México a poner en su lugar al Yunes
que dice lo metió al bote.
Al parecer, se le presenta nuevamente la oportunidad al gobernador
de mostrarse bravucón y pendenciero para continuar con sus acostumbradas
cortinas de humo, será un nuevo evento de dimes y diretes entre el ex y el
actual, acusaciones mutuas pero con alguien de su misma calaña, con cobertura
masiva por parte de los medios de comunicación, que de manera involuntaria (o
voluntariamente) ocultarán los problemas que aquejan a los ciudadanos
veracruzanos.
DUARTE LOCO
Aunque es bueno recordar que en días pasados, durante el
encierro de Javier Duarte en Guatemala, se había especulado sobre afectaciones
en su salud mental, lo que puede ser un argumento que justifique el cinismo y
la alegría que demostró en su audiencia de extradición y, finalmente pueda
alegar su defensa una locura que le permita evadir los juicios que tiene
pendiente con la justicia mexicana.
Ya veremos.
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